Decían The See See en su cuenta de Twitter que si ganaban el Mercury Prize el público madrileño iba a tener el honor de disfrutar de su concierto en la noche del 30 de octubre. Era, por supuesto, una pequeña broma. El grupo de pop psicodélico inglés no estaba ni de lejos nominado al prestigioso premio que finalmente consagró a James Blake y al que no tendrían ni siquiera derecho a presentar su candidatura: sus dos álbumes pertenecen a 2012 (“Fountayne Mountain”) y 2010 (“Late Morning Light”).
Hace unos meses publicaron el single “Featherman”, que les ha valido como reclamo para volver a girar por España. En Gipuzkoa es la segunda vez que los vemos en menos de seis meses tras su victorioso paso por el Andoaingo Rock Jaialdia y había interés en comprobar cómo se las arreglan en un recinto cerrado.
En este sentido, la Casa de Cultura de Intxaurrondo -dotado de buena acústica, tamaño medio- se presentaba la noche del viernes como el marco idóneo para medir sus fuerzas. Ante unas 150 personas potenciaron las armas que manejan en el estudio -tradición británica de los sesenta, folk-rock de la costa oeste, influencias de Stone Roses y de cierto Britpop- y sonaron enormemente convincentes. Pese a que en un primer vistazo puedan pasar como unos Byrds empapados por la lluvia de Londres, miran mucho más a Inglaterra que a California.
Ocurre además que en sus nuevas canciones (la propia “Featherman”, el inicio a lo Oasis de “Let Me Be The One (For You To Love”) el teclado Vox ha ganado protagonismo y ése fue uno de los matices que mejor se apreciaron con respecto a su actuación en Andoain. El punto fuerte de The See See sigue siendo, no obstante, el equilibrio que mantienen entre una envolvente psicodelia (“Painted Blue”), los evocadores desarrollos instrumentales y un puñado de hits. En Intxaurrondo, además, los repartieron con criterio: “Gold Honey” y “Mary Soul” cayeron al final, justo antes de los bises y entre el deje mod de “Automobil”, mientras que “Keep Your Head” sirvió para levantar los ánimos a mitad de concierto.
El cantante, Richard Olson, cuenta además con unos estupendos coristas que mejoran sus prestaciones vocales. Todo encajó. Difícil poner algún pero al concierto. El quinteto con sede en Londres aunque de procedencia diversa -Inglaterra, Suecia, Estados Unidos y Nueva Zelanda- apunta alto y deberían aspirar a liderar el firmamento mod.
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