Hace pocas semanas, aquí, junto a los cines Príncipe, teníamos un temporal que inundaba toda la zona con su oleaje. Muchos recordaréis el famoso vídeo del chaval que alucinaba por el “desfás” del oleaje. Pues bien, hoy ha pasado algo parecido, pero en lugar de estar arropado por la marea alta, lo ha estado por el descuento de Los miércoles al cine y el detonante no ha sido el temporal, sino la alucinante respuesta del público que está teniendo “Ocho apellidos vascos”. Inundación de espectadores.
Vivimos en un tiempo de cambio en el que las mentes pensantes están discurriendo para adivinar cuáles serán las claves para que ese espectador que está acomodado en el salón con su estupenda pantalla de plasma de 42», su home cinema, y su archivo pirata en calidad HD, decida levantarse, vestirse, acercarse a un cine y pagar por ver una película en pantalla grande. Todo parece indicar que el espectáculo de la gran pantalla tiene las de ganar con películas como “Gravity”, con su 3D, con su Oscar a mejor fotografía y con sus efectos especiales de última generación. Tiene que ir por ahí. Y sin embargo, esta película que a nivel de dirección es un cero, que tiene la estética de un gag de José Mota, y que en cuanto a lo visual, lo mismo daría verla en la tele, llega y arrasa en pocos días. ¿Cuáles son las claves y las lecciones aprendidas? No tengo ni la más remota idea. Pero voy a intentar hablar de algunos puntos fuertes de la película y del fenómeno en su conjunto. A ver si sacamos algo en claro.
Es una comedia
Se dice mucho que la gente quiere reírse -más en tiempos de crisis- y es verdad. Pero además es un tipo de comedia que triunfa: es cercana y todos la podemos entender. Con cercana me refiero a que repasa tópicos locales. Recordemos el fenómeno similar en Francia con “Bienvenidos al Norte” que batió el récord de taquilla con una comedia que también explotaba los tópicos de las diferencias regionales. Está claro que es un tema que funciona y que apetece en general.
Un guión fresco
No basta con el tema, los chistes pueden ser fáciles, pero no tontos, que el público no es estúpido. El guión de Borja Cobeaga y Diego San José está plagado de chistes. Algunos mejores otros peores, pero es difícil que no vayas cayendo en algunos y por pura inercia seguir riendo toda la película. Tiene chispa, es ingeniosa y, sin reinventar nada, consigue mantener un nivel muy digno. Cuando paran los chistes y asoma el argumento, la película se viene abajo, pero pronto llega otro chiste al rescate. Sobre estos dos guionistas ya habló Jon Pagola.
Los actores
Dos jóvenes con brillo. La deliciosa Clara Lago, de la que te puedes enamorar siendo vasco o andaluz y que tiene talento más que de sobra para su papel; y Dani Rovira, que viene directamente del mundo de los monólogos. Lo de él es toda una declaración de intenciones: cómico más que actor y conocido para que la gente tenga muy claro que aquí se viene a reír. Para los secundarios, dos actores con tablas, Carmen Machi, que siempre funciona; y Karra Elejalde que está simplemente brillante en su papel de brutote vasco de buen corazón.
La promoción
Telecinco sabe muy bien como mover sus producciones. A los actores les hemos visto en todas partes. Y por supuesto, en “El Hormiguero” -incluso siendo de la competencia- la víspera del estreno. Una campaña intensa en las redes sociales. El tráiler a todas horas en cine y televisión. Se crea la expectación, antes de saber si es buena o no, ya está claro que hay que verla. En cierto modo, se aplica la normalidad al hecho de ir al cine. Verla es lo normal, no verla es lo raro, casi al contrario de lo que suele suceder. Así uno se encuentra un martes a las once de la noche con gente que no ha pisado el cine en años, que vaga perdida por el vestíbulo buscando la sala, o que se sorprende por la comodidad de las butacas.
La bola se hace más grande
No hay publicidad mejor: el vecino ya la ha visto y se ha reído. El vecino ya la ha visto y yo no. Ha sido el mejor estreno español desde “Lo Imposible”, y ha entrado en el TOP 15 de la taquilla mundial, nada menos. Y claro, guste o no, el hecho es que el resto ya la ha visto. Habrá que ir. Ayer, tomando una caña después de la película una amiga me preguntaba qué tal. Le expliqué que me había reído. No hace falta más. Nadie espera más. Me dijo que no tenía interés pero que varias personas le habían dicho lo mismo, así que iría. Y claro, se lo digo yo, el fan de Lars von Trier; y se lo dice el fan de “300, El origen de un imperio”. Y es que, en general, exceptuando ataques furibundos en el Gara, la crítica no ha hecho sangre con la película -aunque tampoco la ha alabado-.
Cada vez que me pongo a pensar en los casos de éxito en el cine, sean promociones o películas, llego a la misma conclusión: el cine como evento. Sea porque se trata del mayor espectáculo visual, sea porque la promoción nos ha convencido de que es un evento, porque es la fiesta del cine, porque el director está presente, o porque todos mis conocidos ya la han visto y hablan de ella. Sentir que hay algo importante que no está en el salón de mi casa.
O no, yo qué sé.
3 Comentarios
[…] bien comenta Iñaki Ortiz en Kulturaldia la clave de está película es que es divertida, la promoción que ha hecho Mediaset y sin duda el […]
Luego estamos los que teníamos curiosidad por verla pero que después del éxito ya no vamos a ir porque nuestro «evento» consiste en no hacer algo que hace la mayoría porque es demasiado mainstream jejeje
Jeje, you are an indie man 🙂