Salta a la vista que una de las apuestas más fuertes de Tabakalera es el cine. El cine en una acepción amplia. Su sala principal ya es una de las mejores de la ciudad, nueva, cómoda, oscura y con una generosa pantalla. Además hay otra sala, la Sala Z. Y para colmo, si te das un garbeo por la expo que hay en este momento, te encuentras con viejas butacas del Victoria Eugenia y una pequeña proyección. Entre la inauguración y la primera semana de octubre ya se han pasado unas cuantas películas de todo tipo. Sin contar su aportación al Zinemaldia ¿Cómo encaja esto en una ciudad de cine?
¿Hay público para tanto cine?
En Donostia vamos muy bien servidos de cine, y no hay más que ver la oferta de este mes. Cabría preguntarse hasta que punto era necesaria la irrupción de un agente de este tamaño. El tipo de películas que puede programar Kresala o “Los Jueves del Trueba” están muy cerca de parte de la programación de cine que estamos viendo. De hecho, Jonás Trueba ha venido a presentar “Los exiliados románticos” a Tabakalera, pero su anterior película, «Los Ilusos», la presentó en el Trueba. Era de esperar que SADE – propietaria de los cines Trueba, Príncipe y Antiguo Berri – se hubiera interesado otra vez.
Tenemos la extraña suerte de tener un sector privado que se interesa por la cultura, y no sé hasta qué punto es interesante “usurparle” esa tarea. De momento, SADE sigue con su oferta de clásicos, pero parece que “Los Jueves del Trueba” van a tener más complicado seguir el ritmo de antes. Kresala tiene un público muy fiel que es poco probable que le abandone, pero ahora debe enfrentarse a una programación alternativa de miércoles a domingo. Las entradas en Tabakalera son baratas, sí, pero el gasto semanal tiene un límite. ¿Hay para todos?
Recuerdo que hablé para KULTURALDIA con algunas figuras importantes de la iniciativa ciudadana como Bang Bang Zinema y Kristonkino y destacaban que en esta ciudad la cultura era demasiado institucional y que convenía más impulso desde la gente. Está claro que el caso de Tabakalera va en la dirección contraria. ¿No habría sido más productivo invertir el dinero en apoyar las iniciativas de los ciudadanos donostiarras que, afortunadamente, no son pocas?
Cine para todos los públicos
En cualquier caso, no me gustaría conjugar demasiado el pasado, lo que se debió o no hacer, porque ya poco importa. El edificio está hecho y es hora de sacarle partido. Y lo cierto es que hay para todos. Hay cine alternativo asequible para cualquier público -cualquiera que tenga un mínimo interés en ver algo más que cine de superhéroes, se entiende- como “Los exiliados románticos”, por ejemplo, que siendo circuito independiente, es una película agradable de ver para muchos espectadores. He visto un documental/musical, “Chante ton bac d’abord”, que tiene un corte más arriesgado. Y el ciclo de Andrés Di Tella, cubre el espectro de cine más experimental. Hay sesiones matinales para los más pequeños. Es difícil no encontrar algo del gusto de cada uno.
Así que, quizá no hay público para tanto cine, que es lo que preguntaba, pero está claro que en Tabakalera hay cine para todos los públicos. Uno de los mayores retos de Tabakalera va a ser atraer al público, fidelizar y conseguir que todos nos enteremos bien de todas las proyecciones que va a haber. De momento, el público respondió bien a la película de Jonás Trueba y ya veremos qué pasa con el experimento de cine y música mañana sábado con el grupo francés Zombie Zombie tocando en directo durante la proyección de la película franco-argelina «Loubia Hamra».
La polémica Nosferatu
Los habituales del ciclo Nosferatu estamos revolucionados. Tabakalera, esa gran nave nodriza de la cultura, ha abducido el ciclo. Pasa de proyectarse en el Principal a la sala de Tabakalera. Dos ventajas claras: será algo más barato y la sala está más nueva. Las desventajas no tardaron en asomarse por las redes. Nosferatu supone una asistencia habitual de abonados, es decir, espectadores que acuden cada miércoles, y las posibilidades de transporte son mucho peores para Egia, sobre todo si vienes de las afueras, o incluso de otras ciudades.
No se trata de un desplazamiento puntual, sino algo que cada semana, puede resultar molesto para muchos, que ya se han quejado. No hay que descuidar estas cuestiones más prosaicas. El Principal es más grande, y algunas sesiones de Nosferatu tienen mucho éxito, habrá qué ver si este cine nuevo no se queda corto. Y no menospreciemos el cariño que le tienen muchos espectadores al Principal, que lleva 25 años acogiendo Nosferatu. Aunque para mí, el mayor problema está en la personalidad que pierde el ciclo, al pasar de ser una figura protagonista en su propio lugar de proyección, a ser parte de un extenso programa de cine, en el que además no tiene demasiada cabida. Incluso en la presentación de la programación la referencia a Nosferatu es anecdótica, un anexo, porque está en Tabakalera, pero no es Tabakalera.
No veo claro que el edificio deba fagocitar lo que ya existe y funciona muy bien, creo que debe ser un lugar que aporte su propia voz, que también lo hace y de momento bien. Es posible que nos adaptemos, pero me pregunto qué pasará si los ciudadanos siguen prefiriendo el Principal. ¿Se les escuchará o es una decisión sin vuelta atrás? Creo que en la gestión de lo público habría que atender más a las preferencias de los ciudadanos.
Los 100 días
En todo caso, hay que ser justos y darle los 100 días de gracia. Quizá podemos juzgar decisiones que ya como concepto no compartimos, pero hay que dejar que ruede, que se equivoque y afine. Voy a dar un par de ejemplos. Algunos nos preocupamos -en las redes, ese lugar de permanente alarma- porque las entradas eran numeradas, con toda la complejidad que tiene eso. Al final, ha resultado ser un caso excepcional de la primera sesión, y me han confirmado que no van a ser numeradas. Así de fácil respiramos. Otro ejemplo: la sesiones de los viernes tienen otros dos pases. Uno se puede plantear si no es excesivo tanto pase para este tipo de película. El propio Victor Iriarte, director de la sección cine, se adelantaba al explicar que están probando, dependiendo de cómo funcionen verán si lo mantienen así o no. Esta flexibilidad es interesante.
En definitiva, habrá errores, habrá anuncios que lleguen tarde, habrá malas decisiones, pero no les podemos negar tres meses de prueba y error. A final de año hablamos. Ahora, a aprovechar al máximo lo que tenemos, sin dejar de lado a los pequeños exhibidores, ciudadanos y empresa, que nos han estado dando vida hasta ahora y piensan seguir aportando. Ojalá cada uno encuentre su hueco.
7 Comentarios
«hay un claro interés en defender a los agentes culturales»? Me pagan o así? ojalá.
Te preguntaba si has leído el texto porque dices que al que no le guste que no vaya cuando precisamente hablo del buen surtido de cine que tiene. Te puedo asegurar que he ido ya unas cuantas veces. Y desde otros artículos aquí he recomendado su programación. El tema no va por ahí. Hablo de sostenibilidad, de inversión pública inteligente y sobre todo, de decisiones que tengan en cuenta al ciudadano.
Cuando hablo de iniciativas privadas, está SADE, que sí, es una empresa que busca beneficios (aunque también palma pasta de vez en cuando porque quiere programar otro tipo de cine). Pero también hablo de iniciativas ciudadanas que no buscan lucro, sino promover la cultura. Bang Bang, Kresala, Kristonkino… No hay más que comparar Donosti con cualquier otra ciudad de su tamaño para ver que aquí estaba pasando algo especial y que no dependía solo de las instituciones.
En Donosti no podíamos quejarnos de la oferta de cine alternativo. Desde esta misma web solemos apoyar esa otra agenda, fuera de cartelera, con cine invisible, en VO, de autor, clásicos… a veces casi todos los días de la semana. Eso sí era un ecosistema rico y sostenible, y lo que me preocupa, es que se rompa. Con solo con que se hubiera invertido el 10% de lo que se ha gastado en Tabakalera, en reforzar esos pilares, tendríamos una oferta acojonante.
Hola Javi,
hablemos de dinero público. Tabakalera es nuevo, ya veremos que tal funciona. Hablemos del Zinemaldi, que tiene ya muchos años.
El Zinemaldi lo paga el Ayuntamiento de San Sebastián, la Diputación de Gipuzkoa y el Ministerio de Cultura. Sus beneficios son:
– que yo, que vivo en San Sebastián, me he podido ver 23 pelis este año y lo he gozado a tope.
– que los hosteleros de Donosti han hecho caja porque la ciudad estaba a reventar. No hay que olvidar que el Festival de San Sebastián se creó por hosteleros donostiarras que querían alargar el verano hasta finales de septiembre. Donosti es pionera en usar la cultura para atraer turistas, una cosa que hoy se lleva mucho. (la cultura entonces era traer a Lola Flores y poner toros… *_* pero bueno… )
En Donosti, hay gente a la que no le gusta el cine, ni es hostelero. Sin embargo, paga sus impuestos y con ello el Festival. A algunos les parecerá bien pagarlo y a otros mal. Creo que esa gente tiene derecho a preguntarse a dónde va su dinero y para qué sirve. Y les puede parecer que se malgasta.
Pero ojo, porque como lo paga también Diputación y el Ministerio de cultura, significa que los donostiarras pagamos por partida triple, los guipuzcoanos por partida doble… ¡Y en Badajoz también pagan el Zinemaldi!
La gente de Badajoz, pone dinero para que yo, en Donosti, me de un atracón de pelis y se vendan más pintxos en los bares. Seguro que con mis impuestos yo también pago algo de Badajoz pero, sea como fuere, creo que es importante recordar que el dinero no crece en los árboles, y entender de dónde viene y a dónde va.
Te lo digo porque creo que en tu análisis faltaba la dimensión económica del tema. Traer películas cuesta dinero. Quizás por eso, la gente que tiene una empresa relacionada con el cine, trae películas que la gente quiera ver. Esto hace que en la mayoría de ciudades, la iniciativa privada traiga los blockbusters, y no una ecléctica propuesta radical ininteligible. Y es una pena porque lo que gusta a muchos se hace mucho, y lo que gusta a pocos no se hace nada.
Lo ideal sería que lo que gusta a muchos se haga con el dinero de muchos, y quede un dinerillo para que lo que gusta a unos pocos se haga un poco ( y no nada).
¡Y eso es lo que ocurre en Donosti! En el caso del cine, Donosti tiene un ecosistema totalmente fuera de lo común donde se mezclan intereses públicos y privados que componen una oferta supervariada con espacio para lo que gusta a muchos y lo que gusta a unos pocos. Vivimos un hecho singular: se hace negocio, y la oferta cultural es rica. Los agentes públicos, como Donostia Kultura, no se dedican simplemente a cuadrar un excel repartiendo dinero por aquí y por allá… sino que actúan como catalizadores de iniciativas de todo tipo.
Sería una pena que ese ecosistema de desequilibrara y se rompiera. Y ese es el miedo que tengo yo, por ejemplo, con Tabakalera. Por ahora ha afectado a Nosferatu y Sadecines. No me gusta. Ya veremos cómo evoluciona el tema… es verdad que todavía es pronto.
Por no alargarme más, termino ya, y no me meto a discutirte la «rentabilidad social» de Tabakalera. Si tu objetivo es la «rentabilidad social», se me ocurren mejores maneras de gastar los seis millones de euros que nos va a costar todos los años…
Hola Luis.
No creo que las propuestas más alternativas y radicales deban quedarse con las migajas del presupuesto público. Discrepo contigo en ese asunto, y si siguiéramos esa regla no podrían existir los museos d arte contemporáneo en ningún lugar del mundo. El hecho de que las propuestas de Tabakalera sean minoritarias, no quiere decir que a los que estamos interesados en ellas nos deban hurtar la posibilidad de acceder a ellas desde el ámbito público.
Todos pagamos desde el ámbito público equipamientos que no utilizamos y que nos da exactamente igual que existan o no. En mi caso me trae sin cuidado si existen campos de fútbol o polideportivos, pero entiendo que debo aportar parte de mis impuestos a que se desarrollen iniciativas en ese ámbito.
Y para no enrollarme, simplemente decir que la oferta de Tabakalera no colisiona con la mayor parte de las iniciativas existentes en el ámbito cinematográfico. Hay excepciones, si, pero en su mayoría son propuestas que en Donostia se han dejado pasar de largo siempre salvo en el Zinemaldia. Otra cosa es que sean propuestas marginales, pero eso supongo que es inevitable, y más en una sociedad donde la educación cultural brilla por su ausencia. Algunos queremos que eso cambie, y creo que Tabakalera puede jugar un papel importante en ese campo.
Siento no poder hablar más en profundidad sobre este tema pero no me mola nada polemizar a traves de este tipo de canales. Me parecen debates interesante, pero prefiero hacerlo cara a cara. Creo que son más claros y enriquecedores, así que por mi parte lo dejo aquí.
Saludos
A mí me parece realmente sorprendente que se critique constantemente y por norma general todo lo que está haciendo Tabakalera. Me gustaría ver semejante beligerancia con otros agentes culturales de la ciudad como la SADE, esa “fantástica” empresa que no tarda un segundo en encender las luces de la sala, como si un cine fuera una discoteca, en cuanto salta el primer título de crédito cuando no optan por cortar los créditos que es algo de lo que yo he sido testigo. En Tabakalera, en las sesiones que yo he presenciado, y son unas cuantas desde que abrieron, cuidan al máximo la proyección y tratan de enriquecer casi todas las sesiones con coloquios y presentaciones.
Tabacalera programa ciclos como el de Andrés di Tella que me cuesta creer que la SADE u otro agente cultural de la ciudad hubiese llegado a programar alguna vez. Entiendo que hay personas y entidades que llevan programando mucho tiempo en Donostia y que les molesta que Tabakalera les haya tomado la delantera con una programación mucho mas arriesgada. Lo siento por ellos, pero en esta ciudad quedaba un hueco muy grande en torno a un tipo de cine que se despreciaba constantemente y que ahora se empieza a llenar.
Y sobre el ejemplo de la película de Jonás Trueba. Los Ilusos tuvo un pase en Donostia en Los Jueves del Trueba. Gracias a Tabakalera Los exiliados románticos tiene tres y en horarios distintos. Creo que algo hemos ganado. Por cierto, a ver si se animan los de la SADE a programar B. La Película, dirigida por David Ilundain. La lleva Avalon y dudo mucho que no se la hayan ofrecido. Puede que los agentes culturales tradicionales tampoco lo hicieran tan bien.
Saludos, y ojalá Tabakalera siga programando como hasta ahora. Yo estoy satisfecho con el trabajo que están haciendo, y el que no le guste lo que programan que no vaya. A mí no me gusta la Semana de Terror y no me verán por allí. Creo que es algo sencillo de entender.
PD. Como habitual de Nosferatu, estoy encantado con el cambio a Tabakalera. Me parece positivo y adecuado a los niveles de asistencia media que suele tener el ciclo. Lo digo porque esto de utilizar el plural mayestático me parece bastante atrevido, como si el redactor de este artículo conociera a todos los que vamos a Nosferatu, o le hubieran elegido como portavoz de todos los espectadores del ciclo.
No puedo estar más de acuerdo contigo en el asunto de nosferatu y cómo desde este artículo se enfoca su trastalado a Tabakalera casi como una afrenta personal, lo cual resulta ridículo y tiene un aire a pataleta infantil.
«el que no le guste lo que programan que no vaya» -> Pero has leído mi texto?
He leído tu texto, donde hay un claro interés en defender a los agentes culturales privados frente a un agente público como Tabakalera. Estás en tu perfecto derecho de defender a esos agentes culturales privados, pero yo prefiero pensar en todo lo bueno que a mí me va a traer como espectador Tabakalera. En pocas semanas me ha dado una oferta impensable antes del verano. Eso es una realidad. Y me reitero, si la existencia de un centro público cultural potente jode otras iniciativas privadas lo siento, pero yo prefiero un fomento cultural desde lo público y no desde el sector privado, porque al final ese sector privado termina pensado en su bolsillo y no en la rentabilidad social de las iniciativas que promueve.
Saludos.