El nuevo vial que se construyó en 2008 entre Ventas de Irún y el Alto de Gaintxurizketa, que culmina con una amplia rotonda, ha despejado la zona de tráfico peligroso. Ha dejado de ser aquel tramo criticado (y con razón) por su peligrosidad. El alto cuenta desde entonces con una glorieta de 37 metros de radio interior que conecta con la carretera de Lezo, el colegio Erain y los caseríos de los alrededores. También es nuestro punto de partida a la hora de llegar a los tres restaurantes más emblemáticos del lugar.
1-. Usategieta:
Subiendo por la cuesta que conduce hasta Erain, un pelín más arriba del colegio del Opus, apareceremos en el hotel restaurante Usategieta. Guarda un cuidado aspecto rural y está rodeado de un inmenso jardín en el que hay varios tipos de árboles (manzanos, robles, magnolios) y huerta propia. Su menú fue reconocido en 2008 con el Premio Más Gastronomía de El Diario Vasco y, si bien no es el mismo de entonces, sigue mereciendo la pena.
Entre otros platos, el menú cuenta con tartaleta de txangurro gratinada, pasta rellena de tomate y mozarella con salsa de hongos, y ensalada de kabratxo con mayonesa de frambuesa; de segundo, nos quedamos con el magret de pato con salsa Idiazabal y la costilla de ternera con guarnición. Ojo a los deliciosos postres caseros. Vino, sidra y agua incluido en el precio (20 euros).
2-. Iriarte-Enea:
Está situado justo enfrente de Usategieta, al otro lado de la rotonda. El edificio, un sencillo caserío blanco con opción para comer en la terraza, puede pasar inadvertido a ojos del conductor. Restaurante familiar, aquí se viene a tiro hecho: unas enormes croquetas con mucha mantequilla y/o espárragos de entrantes, ensalada y rape al horno, la estrella de la casa que con el clásico refrito de aceite de oliva, ajos y guindillas se antoja imbatible. Con un rapé para dos hay más que suficiente. De postre, el flan casero no falla. El lugar al que algunos llaman arrai goxoaren lekua (sitio del pescado rico) nunca defrauda y sale a unos 25-30 euros por persona.
3-. Patxiku-Enea:
Camino a Lezo, a un lado de la carretera nos toparemos con uno de esos asadores de toda la vida. Patxiku-Enea, el caserío, tiene 200 años de vida y su restaurante empezó a rodar en los años 70 de la mano de varios hermanos. Una nueva generación lleva ahora las riendas de un local que basa su fuerza en la tradición: chuletas a la parrilla, verduras guisadas, merluzas, besugos… Recomendado entusiastamente por David de Jorge, un Robin Food que algo sabe de las cosas de comer.
No hay comentarios