7:35 de la tarde en el puerto de San Sebastian. Un día de julio cualquiera donde puede llover, hacer bueno o todo junto y revuelto. Lo de todos los veranos, vamos. Dejamos a un lado el cocedero de marisco. Los que han aguantado los impredecibles y cambiantes veranos donostiarras -y mucho más- son las mesas de las dos terrazas contiguas del restaurante Mariñela-Igeldo. Hay guiris por un tubo, básicamente gente que quiere comer buen pescado. También habrá gente de aquí, aunque si los hay pasan desapercibidos o son una minoría. Tampoco son horas para cenar si atendemos a nuestras costumbres y horarios peninsulares.
Los turistas acaban cenando en el paseo del muelle porque te los encuentras en lo Viejo. Y cuando te preguntan dónde se come marisco y productos marinos los mandamos allí porque no se nos ocurre otro sitio más. También es éste un paseo muy recurrente. Las vistas al puerto y a la bahía son espectaculares. Es normal que caigan en la tentación de sentarse y comer.
A estas horas, la mitad de las mesas están ocupadas, entre otras una cuadrilla de turistas alemanes, una pareja que habla en algún idioma eslavo y el equipo del restaurante, la segunda generación de la familia San José. Está siendo un verano de «mucho trabajo».
-¿Sólo vienen turistas?
-Qué va. Cada vez viene más gente de Donostia, además cenan a la hora del turista, a las siete. En plan afari-merienda. Suelen pedir unas sardinas y una ensalada o una de calamares. Gente que va paseando y le apetece tomase algo.
-Pues la idea que se tiene es que en el puerto no comen los de aquí. Que esto es territorio guiri.
-Ya, algunos ven los letreros en más idiomas y piensan que es el típico restaurante trampa para turistas. Pero luego se dan cuenta de que no es así. Además los precios se han equilibrado mucho.
Los precios. Uy. Tienen fama de ser sitios caros -al menos más que la media, lo que para Donostia ya es mucho- y que la calidad es igual o menor que en los restaurantes de la Parte Vieja y el Centro. Echemos un rápido vistazo a las cartas del Mariñela-Igeldo y el restaurante Itzalian, el que está pegado al bar Ostertz. Pescados que rondan los 15-25 euros, sardinas a la plancha por menos de 10 euros, besugo para dos a 60 euros…
En el Itzalian dicen que pagan más impuestos que en el resto de locales y que por eso los precios pueden ser más altos. «En cinco años hemos mantenido los mismos precios, no hemos subido ni bajado nada, pero los impuestos no son iguales aquí que allí», explica señalando el interior de la ciudad. «Si vas a Egia, por ejemplo, a comerte un pescado a la plancha vas a pagar menos. Pero aquí no tienes ruido, tienes vistas, los barcos, el mar…». «Hace años comer en el muelle era más caro que en lo Viejo, ya no», tercian desde el Mariñela-Igeldo.
Parece una estupidez, pero hay quién sigue pensando que al estar pegados al mar los hosteleros pescan su producto directamente con la caña y de ahí acaba en la cocina.»Obviamente no es así. Todos los pescados vienen del Puerto de Pasajes. Pero, ¿si vas fuera a una ciudad que tiene puerto, dónde irías a comer? ¿Al puerto, no?». Mientras tanto, avanza una larga fila de turistas en dirección al Aquarium o al Paseo Nuevo. Verano donostiarra en estado puro.
No hay comentarios