El anuncio del cierre del Bar Narrika causó un gran revuelo. Este mítico establecimiento que parecía que estuviera en la calle Narrika antes de que existiera la Parte Vieja, se había ganado el cariño de distintas generaciones y sus bocatas y raciones tenían un gran número de seguidores. Entre su lista de bocadillos el “Autónomo” era el rey. Y las bravas. Y los champis. Las setas. Los pimientos. El riñón. Y esa plancha curtida en mil batallas grasientas. Y esa forma tan suya (Mari Carmen, esto va por ti) de relacionarse con los clientes y a los que se acababan ganando. Por todo ello, el fin de semana de su clausura, entre el 22 y el 24 de abril, reunió a una legión de devotos. Tres días en los que el estrecho pasillo parecía una caja de cerillas a punto de arder de nostalgia y recuerdos acumulados durante 39 años.
La canción con la que Sergio Gil clausuró el Narrika fue «Life on Mars», de David Bowie. Un homenaje póstumo al Duque Blanco. Un emotivo final en un sitio en el que también se podía escuchar buena música rock.
¿Ha sido éste un adiós definitivo? ¿Esto ha sido todo? No more Narrika?
La idea de su dueño de siempre, Josemi, era buscar un recambio. Cuando hablamos con él en noviembre del año pasado tenía ya varios interesados. Quería dejarlo en buenas manos, dijo. Y tres semanas después de su cierre el bar ha vuelto a abrir sus puertas. La nueva gerencia, liderada por Manuel Moscoso, ha decidido mantener las especialidades más destacadas del local utilizando, para ello, «la misma materia prima”. El objetivo del hostelero consiste en “mantener la esencia del antiguo local pero adaptándolo a los nuevos tiempos”. Moscoso es dueño de otros tres bares de la Parte Vieja, uno de ellos el Hori Da de la misma calle y con el que el nuevo Narrika comparte un parecido más que razonable: hay grandes fotos de pintxos en la parte superior de la barra y también imágenes antiguas en blanco y negro de Donostia en las paredes.
El lavado de cara es notable. Y la madera, de color clarito, ha acentuado la diferencia entre el viejo y nuevo Narrika. “Algunos de los antiguos clientes del Narrika nos decían que parecía más grande y que era más luminoso”, cuenta Moscoso. La plancha sigue en su sitio, inamovible. En la barra lucen, brillantes, nuevos pintxos. La cerveza es Ambar y el zurito cuesta 1,10 euros. Han dejado un hueco generoso a la vista para las botellas de vino. Una mujer pide una brotxeta de gambas. Es calcada a la del Goiz Argi, el pintxo estrella a la entrada de la calle Fermín Calbetón, otro de los bares hermanos del Narrika. El barman atiende simpático a una turista valenciana que se muestra encantada y no pone ningún inconveniente en salir en la foto.
El fin de semana de la reapertura contaron con la ayuda de uno de los camareros anteriores del Narrika. Necesitaban coger el ritmo, dominar la plancha. Están contentos con cómo salieron las cosas, dicen. Nos sirven el pintxo de riñón y un Autónomo, con un pan distinto al habitual, y recomiendan nuevas propuestas: tartaleta de txangurro, txipirón a la plancha y bacalao ajoarriero. El Narrika de siempre y el nuevo Narrika.
4 Comentarios
Desde luego, la decoración con fotos de pintxos y de Donosti en blanco y negro es como de principiante paleto.
No tiene porqué ser mal bar pero pierde su esencia y se convierte en uno más sin personalidad… y van unos cuantos.
Y seguro que así seguirá siendo como unos cuantos no se agarren fuerte a sus negocios.
Kaixo,
Y qué tal el Autónomo y el pintxo de riñón, Jon? Yo ayer estuve fuera del bar tomando algo y unos clientes me dieron a probar las bravas pero para mi no eran iguales. Ni la salsa ni la textura de las patatas. Y no habia musicaaaa!!!! Snif, me fui con la música a otra parte, literalmente jua, jua.
Un saludo.
Aupa!
Este artículo no lo he hecho yo, pero si quieres que te dé mi impresión personal para mí ya es otro bar distinto. Fui otro día con Marta y nos atendieron muy bien, muy majo el camarero. El riñón no es lo mío, pero ya sabes que me he comido unos cuantos Autónomos y… le faltaba ese punto que lo hacía adictivo. Y el rock, ya sabes, ¡paso a la historia!
Abrazo
Sí, es verdad, es otro Narrika. 🙁
Un abrazo.