El secreto del bar Narrika está en la plancha, ubicado en un rincón al fondo de la barra que José Miguel González «Josemi» ha ocupado durante 38 años. En esa plancha se han ganado mil y una batallas y se preparan una de las mejores raciones de champiñones al ajillo de Donostia. Uno de los míticos bocadillos que aguantan estupendamente el paso del tiempo es, precisamente, el Autónomo: un prodigio de setas, pimientos verdes y lomo que parecen salir disparados del fulgor de la plancha.
Todo esto no es nuevo. Las bondades del Narrika como bar de bocatas y raciones de toda la vida en la calle del mismo nombre está muy extendida. La noticia que ha encendido las alarmas entre sus clientes habituales es otra: Josemi, su dueño, ha anunciado que se jubila en abril-mayo de 2016. Y con ello ha puesto fecha de caducidad al bar. Pero, ¿eso quiere decir que se cierra el bar? ¿No hay nadie que vaya a seguir con las riendas del negocio?
«Ya tengo algunas personas que se han interesado«, reconoce Josemi, que se muestra abierto a atender más peticiones. De momento no está todo perdido y podemos albergar la esperanza de que llegue alguien nuevo y cambie la esencia del Narrika lo menos posible. Habrá que ver qué es lo que pasa finalmente. Estos años hemos tenido ejemplos de traspasos de todos los colores. Dos ejemplos: la vida sigue igual en el bar rockero Eiger con Álvaro al mando; en cambio, el bar Zamora de Ategorrieta es otro bar distinto desde que se fue Marta Erro.
En cualquier caso, aunque se consuma el traspaso, hay cosas que inevitablemente van a cambiar. Será difícil dar con alguien que prepare las setas a la plancha con el mismo mimo. Habrá que ver cómo salen las bravas y los mejillones de cocina, si es que se van a seguir ofreciendo. Mari Carmen, que ha acompañado a Josemi desde el principio cuando entró al bar con 18 años, tampoco estará. Se marcha al paro por primera vez en su vida, pero afronta el futuro con optimismo y entereza. Nada de dramatismos. A su manera, es una camarera encantadora y atenta. Cuando sonríe se le ilumina el rostro entero, se ablanda como una dulce niña y te percatas de que ese gesto es de verdad, que no hay en ella nada impostado. Con Sergio, otro de sus camareros habituales, se puede hablar de rock y de lo que surja y siempre suele poner buena música. A él también se le acaba una etapa.
Estos días el Narrika funciona a todo gas, como si nada hubiera cambiado, pero la realidad es que la cuenta atrás ya ha comenzado. El viernes al mediodía una cuadrilla de chiquiteros se acomodaba al fondo del bar y charlaban con Josemi; un par de jóvenes clientes devoraban un Autónomo. Ayer por la noche estaba prácticamente lleno. Se servían raciones, cañas y bocadillos. Los champiñones se revolvían juguetones en la plancha.
5 Comentarios
Después del día del asalto inglés y el concierto de Melendi en Sagües, hoy se escribe una de las páginas mas triste de la ciudad.
Que no te quepa la menor duda (en los tres casos).
Para nuestra cuadrilla Mari Carmen siempre fué Aretha en Granujas a todo ritmo, le echaremos de menos…
No sólo se van los champis, las bravas, las setas…del Narrika.
Se va una forma de entender el servicio, el trato, el negocio, la cercanía con el cliente.
Otros tiempos.
Esperemos que todo ello tenga continuidad.
No sé yo, a ver qué pasa. La pérdida, como dices, es muy grande.