Parece mentira que un nombre tan común como Borda Berri esté dejando una huella tan profunda entre todos los bares de pintxos donostiarras. Empezó como un aventurado spin off de La Cuchara de San Telmo y, al menos en dos apartados, ha superado al bar semiescondido de la trasera del 31 de agosto: el servicio y la relación calidad/precio. Sus camareros tampoco son los más simpáticos del mundo, pero te tratan correctamente y son eficientes lo que, visto lo visto, no es poco. Los pintxos -elaborados, sabrosos y vistosos- son de la misma escuela -hay alguno directamente idéntico, como el exitoso risotto de puntalette- y cuestan aproximadamente 50 céntimos menos de media, con unos precios que oscilan entre los 2,6 y 3,6 euros cada uno. Tal vez sean las dos razones principales por las que en las guías de referencia de los viajeros -caso de Trip Advisor – salga ligeramente mejor parado que su hermano mayor.
Ubicado en el extremo de la calle Fermín Calbetón que desemboca en La Bretxa, un letrero deja las cosas claras y marca el terreno de juego: «Aki se guisa». Pero, cuidado, que tampoco son exactamente guisos de toda la vida; más bien hay que tomarlo como si a la ama, además de sus clásicas salsas, le hubiera dado por introducir alguna que otra ingeniosa ocurrencia como un rompedor kebab de cerdo, un risotto de pasta, el membrillo como acompañante del pulpo a la plancha, canelones de morcilla… Las distintas variedades de carne (sus jugosísimas carrilleras, el kebab) suelen ser los pintxos más demandados. Por otra parte, no se olvidan de sus orígenes: el tomate relleno de bonito, uno de los primeros pintxos de La Cuchara, sigue formando parte de la carta tantos años después.
Ahora nos parece normal, pero nunca hay pintxos a la vista. Salen rápidamente de la cocina y una pizarra muestra todos los platos de la carta. La barra, por lo tanto, está limpia. La Cuchará de San Telmo rompió con la sagrada tradición donostiarra de mostrar la comida a los clientes. Iñaki Gulín y Marc Clua abrazaron este revolucionario cuando tomaron las riendas del Borda-Berri. Y así se mantiene.
Es miércoles al mediodía y son las tres de la tarde. Los lunes y los martes cierran, así que hoy toca volver al trabajo tras dos días de descanso. Si estás acostumbrado a pelearte por un pintxo en la barra del Borda Berri, la película cambia (y mucho) un día entre semana. No somos más de seis personas en la barra, la mitad de ellas turistas. Pido cuatro pintxos, dos zuritos y una copa de vino blanco. 17 euros. Un precio razonable en el templo del pintxo.
6 Comentarios
Un inciso al respecto de que la Cuchara haya roto la tradición digamos del pintxo de barra donostiarra. Los primeros y verdaderos artifices de trasladar el pintxo al plato y poner un restaurante de pintxos en los años 90 fueron los hermanos Santamaria en el Oñatz de la calle Urdaneta (ya desaparecido) . Sus primeros pasos fueron con sus padres en el Aloña Mendi que abrieron en los 80. Fijate que incluso hicieron una presentación para prensa a la que yo acudí y estamos hablando de hace muchos años porque tienes referencias solo en guias gastronómicas como la guia gourmet pero ni siquera lo puedes buscar en internet. Luego fundaron el Grupo Bokado y son un referente incluso nacional lo que pasa es que la gente jóven ni lo sabe. La revolución en ese mundo del pntxo donostiarra ocurrió entonces con una serie de establecimientos.
Muy interesante lo que cuentas, Foodie. Tomo nota y gracias por el apunte!
Jotakeeee iñakiiiii
Independentziaaas
Basque food for basque country…independentzia
Me parece de juzgado de guardia cómo racanean con el pan. Los pintxos están buenísimos. Tan buenos que quiero untar. Estoy pagando 3 euros y pico el pintxo, me ponen un trozo de pan y si les pido por favor un poco más, me tuercen el morro y me sacan otro trozo más. Señores del Borda Berri, un poco de alegría por favor!! Y MÁS PAN!!