Los organizadores de Musika Parkean habían decidido dar por terminada la temporada 2013 en lo alto del Monte Urgull. La cita de los que tienen como lema ese “por favor, ¡pisad la hierba!” arrancaba esta vez las dos del mediodía. A continuación, una crónica absolutamente personal y deliberadamente musicogastronómica de lo que sucedió en el último Musika Parkean del año.
13:30 La duda: autobús o a pie
El punto de partida es el Boulevard. Al parecer, me cuentan que han fletado dos autobuses a primera y última hora del mediodía para acceder al Monte Urgull, recordemos, a más de 120 metro de altura. No es una cifra escandalosa pero, milagrosamente, el día ha amanecido soleado y el sol pega con fuerza. Tras tantear la opción más cómoda, este grupo de amigos decide subir a pie las empinadas cuestas.
13:45 Los del bocadillo
Vamos a tiro hecho. Como tenemos buenas referencias de los bocatas del bar Hori da y del Dakhara, ambos ubicados en la Parte Vieja, ésa será nuestra comida. Mientras unos se decantan por el primero, otros decidimos hacer una parada en el estrecho bar de la calle 31 de agosto. Elijo un Taket (pechuga de pollo, cebolla caramelizada, queso fundido y pimientos en un pan recién horneado). Antes, pasamos por una tienda de ultramarinos para comprar latas de cervezas bien frías. Precio medio: unos siete euros.
14:00 La cuesta
Ni siquiera hay que llegar hasta la cima del Sagrado Corazón de Jesús, pero una vez atravesado el Guardetxe la subida se hace larga. Rechistamos amargamente. Cuando vemos a nuestro lado padres y madres empujando carritos de bebés tragamos nuestras palabras. El mar queda a un lado y un bosque frondoso nos engulle poco a poco.
14:30 ¿Quién es el último?
Ya en la explanada principal, llama la atención la masiva afluencia de gente. Se ven a partes iguales familias con niños y jóvenes cuadrillas. Cuesta una barbaridad encontrar hueco. Me agobio. Levanto la cabeza y detrás del técnico de sonido me imagino un espacio libre. ¡Sí, no hay nadie! Corro sin que se note demasiado y aviso al resto.
14:45 Los de los tuppers
Compruebo en un primer rastreo que son mayoría los que han optado por cocinar en casa. Proliferan tuppers y platos de plástico sobre manteles en la hierba; como tiene que ser en un día de campo. Tortillas, empanadas, embutidos, una quiche de verduras, ensaladilla rusa, embutidos… Asombra tanta variedad.
15:00 John Berkhout
Sale un joven quinteto al escenario y me sorprende gratamente que:
- Canten (bien) en inglés
- La armonía vocal (coros de hasta tres cantantes)
- Un sonido tan agradable como flotante y melancólico
- Vengan de Oiartzun
Recuerdan al folk de los sesenta pasado por propuestas que han revitalizado el género estos años (Fleet Foxes y Bon Iver). Además de repertorio propio (“The Path”, “Good Morning”, “Sun Beaches”) se atreven con una fiel y convincente versión de “Angels In The Snow” de Elliot Smith. Dedican un tema a un amigo y señalan con el dedo al cielo azul. Warner ha tenido buen ojo al ficharles, no hay duda.
15:30 ¡Es una piña! ¡Es una piña!
De todos los platos que se ven por Urgull nos quedamos con uno ciertamente extraño. Han combinado sin ningún tipo de complejos ¡media piña rellena de huevos, gambas, trozos de aguacate y mango!
16:00 Campeonato de sándwiches
Entre grupo y grupo dan el nombre del ganador de sándwiches. El maestro de ceremonias es el chef Joxean Eizmendi, del Ilarra, que está en todas las salsas.
16:30 Partido
Se supone que el grupo barcelonés es el plato fuerte de la jornada. “Leaving All Behind” (2012), su álbum de debut, tuvo bastante repercusión en el circuito independiente y en su nuevo EP, “Jesus”, ahondan en un clásico lenguaje pop-rock al que incluyen sonoridades americanas y matices folk. Se oyen comentarios sobre la arriesgada camisa de flores del teclista. En Urgull se quedan a medias: no logran atrapar al oyente. No pasa de disfrutable sintonía musical en una hermosa tarde veraniega.
17:00 El regreso
Desde lo alto, La Concha se impone majestuosa. Merece la pena quedarse un rato disfrutando del privilegiado paisaje. Bajamos con alegría; ahora parece que los pies vuelan. Dejamos el mar a la izquierda y enseguida tropezamos con el Guardetxe. Sale música del interior. Giramos la curva de la sociedad gastronómica y, de nuevo, llegamos a la Parte Vieja.
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