En los últimos años hemos visto cómo han llegado (y se han hecho fuertes) un puñado de restaurantes japoneses con el sushi bar Kenji a la cabeza. Con permiso del Café Saigón del hotel María Cristina la cocina asiática cuenta con el Tsi Tao del Paseo Salamanca como su principal activo. Hay algunos woks de batalla, el aceptable restaurante indio del Boulevard, chinos de toda la vida (los de la calle Zabaleta y Reyes Católicos son muy míticos) y poquita comida internacional más. Es la principal asignatura pendiente de la oferta gastronómica donostiarra.
A esta lista minúscula también podríamos añadir las aventuras culinarias a las que se embarcan de vez en cuando sitios como el Botanika y también están los siempre recurrentes restaurantes italianos (soy muy del Malandrino de Gros) y kebaps que, aunque parezca que no, también cuentan como comida internacional. Pero por no tener, Donostia no tiene ni un sólo restaurante mejicano (las intentonas que ha habido hasta ahora han sido un auténtico desastre), ni tampoco hay nada de esa cocina peruana que arrasa en todo el mundo, ni podemos degustar los juguetones sabores tailandeseses, nada de comida árabe…
Por fin hay alguien dispuesto a rellenar una parcela de ese enorme hueco que amenazaba con perpetuarse en el tiempo. Que en el reino del pintxo hay sitio para todos, hombre. La extensa carta del Chinchin (Garibai, 5) se divide en cuatro apartados (ensaladas, entrantes fríos-calientes, hamburguesas y comida internacional) y es una saludable mezcla de cocina local y foránea con precios que rondan los 8-15 euros por plato. Comer o cenar en el Chinchin sale a unos 20-25 euros por persona.
En nuestro caso (somos dos personas) nos sale a 43 euros incluyendo dos entrantes (hummus y ceviche de langostinos), el plato principal (pad thai de verduras), el postre (tarta de mascarpone con frambuesas) y la bebida (una botella de agua y 4 zuritos). El hummus está cremoso y lo acompañan como tiene que ser, con pan de pita; el ceviche de pescado lo sacan en plan compacto y entra tan fresco y tan bien que enseguida desmenuzamos la presentación y acabamos rebanando la salsa de limón como neandertales; los fideos, por su parte, tienen ese punto picante que le dan fuerza y potencian su sabor. No es lo mejor pero mantienen el tipo. A la pregunta de qué postres son caseros responden con naturalidad que sólo las torrijas. Optamos por la vía industrial. No nos arrepentimos.
En el Chinchin se salen por la tangente continuamente. Para empezar, no hay pintxos. Es un sitio de lujo -asequible, pero de lujo- donde no te sientes incómodo por estar rodeado de tanta elegancia. El espacio impresiona, es enorme. El 80% del local está ocupado por mesas de mármol de 2, 4 y más comensales y así hasta un total de unos 200. La zona de la izquierda está cerrada -sólo abre el fin de semana- y la de la derecha abre todos los días de 13 a 16 horas y de 20 a 23. Para comer y cenar básicamente. Ayer por la noche, un lunes, se acabó llenando por, en su mayoría, parejas jóvenes de 25 a 35 años. En la barra de la entrada, donde sólo sirven bebidas (incluyen, eso sí, cócteles exóticos como el pisco sour peruano-chileno a 6,5 euros), la clientela estaba compuesta por gente que andaría por los 40-55 años.
Hay infinidad de espejos y plantas por todas partes, láminas de orientación selvática, preciosas lámparas con forma de bola y un sentido de la estética que se mueve hábilmente entre lo clásico y lo exótico-colonial que le dan una personalidad única e intransferible al lugar. Hasta los baños, en la planta de abajo, molan de verdad y tienen el aspecto de un caleidoscopio psicodélico con sus innumerables espejos y cristales.
Asignaturas pendientes: el poco espacio que se dispone entre mesa y mesa hace que escuches las conversaciones del vecino, falla la música (house suave y bastante electrónica easy listening no parecen las opciones más cool) y pagar más de 3 euros por el pan, aunque recién horneado y de tipos variados, es caro se mire como se mire. Males menores. Por fin tenemos a mano algo nuevo, distinto y accesible en la oferta gastronómica donostiarra.
14 Comentarios
La comida no estaba tan mal. Lo mejor el trato y la decoración, volveremos!
Qué bien nos viene tener una web como ésta, a seguir así!
Saludos
¡Oh, gracias!
Creo que se nota que de paladar y cocina internacional sabes bastante poco…probamos los mismos platos que dices tú y tanto el ceviche como el pad thai, eran todo menos eso. Lo habrán puesto muy cuco, pero a nivel culinario se nota que es de la Tagliatella…
Bueno, no he dicho que el ceviche fuese 100% peruano, no al menos como los que he probado en Madrid. Pero me gustó. Del Pad Thi digo que mantiene el tipo.
Es como si te vendo una txuleta y te doy un filete gordo…en el fondo la esencia es la misma, pero no tiene nada que ver…con esa sensación nos fuimos nosotros. Carta muy larga pero pocas cosas ricas y auténticas. Y siento si me repito, pero ni es ceviche (si has probado en Madrid sabes que este no lo es) ni es Pad Thai (hacer unos noodles y ponerle ese nombre…). Creo que con lo de los postres (te agradecemos la info porque nosotros no preguntamos), se ve un poco la comida…no?
Uhmm, entiendo lo que dices. Viví en Madrid entre 2006-2013 y solía ir a un peruano de la calle Etchegaray que decían que era auténtico, donde van los peruanos, bla bla bla, y no, no era igual, aunque repito que a mí me supo rico el de Chinchin. En el barrio Salamanca había algún tailandés de buen precio al que iba después del curro, pero no recuerdo cómo eran los Pad Thai, sinceramente. Con lo de los postres la camarera me dijo que sólo la torrija era casera, pero luego desde el restaurante han corregido la información diciendo que TODA la carta es casera y que ha debido de haber un «malentendido» o algo.
La verdad es que nosotras salimos un poco desiluionadas. Te esperas un sitio nuevo con cocina internacional, y nada de nada…además de que tardaron una barbaridad en servirnos, pero suponemos que serán los comienzos. La decoración nos gustó muchisimo, super bonito, pero la comida no.
Yo salí contento, sinceramente. Tardaron mucho también en mi caso pero me lo tomé con deportividad. La comida me gustó, aunque no lo flipé. Si me hubiera costado 50 euros y no 20-25 no opinaría igual, claro. Y el sitio es brutal. En eso no hay duda 😉
…la verdad q no tiene q ve rla tagliatella en esta historia,por lo que yo se , es un local en el que el producto es 100 x 100 fresco y elaborado al momento. Yo he estado y he salido francamente contento.- Relacion calidad precio muy buena.-
Esta bien que hayan decidido que no haya pintxos, pero que en un Bar de Donosti no haya txakoli para mi deja mucho que desear. Lo mismo que si en Sevilla no hubiera fino, manzanilla o rebujito !!!
Ah, ¿no hay txakoli? Joder, eso sí que es concepto de comida internacional vs autóctona
1 de 400 que no tenga txakoli no pasa nada, ¿no?
Creo que hay un libanés por que ha cambiado varias veces de local
..por Amara
Ah, gracias. Le echaré un vistazo 🙂