En plena temporada de sidra los destinos de Astigarraga y Hernani suelen ser los más solicitados, enclaves donde se concentran la mayoría de reputadas sidrerías de toda la vida. Podríamos haber parado en alguno de sus comedores y, de hecho, ya lo hicimos en Petritegi a cuenta de vivir una experiencia tan estimulante como la de disfrutar de un concierto de rock and roll, pintxos eusko label y txotx. Pero faltaba la visita de rigor de todo buen guipuzcoano amante de la buena carne y del ritual sidrero en plena temporada. Las sidrerías urbanas de nuestro entorno quizás no gozan del prestigio del resto, son consideradas en muchos de los casos -y con sólidos argumentos- como una versión acomodada y postiza de la versión original, un punto medio entre asador y sidrería para el urbanita de turno. Generalmente puede que las críticas tengan razón, pero también hay un puñado de excepciones que mantienen el tipo y nunca defraudan.
La sidrería Donosti de Errenteria (calle Zamalbide, 8) cumple con creces su papel de estupenda sidrería urbana. Ubicada a un paso de la parada de tren de Lezo-Errenteria, al otro lado del río, sirve el clásico menú (tortilla de bacalao, bacalao frito, chuleta, membrillo y nueces) a un precio que en nuestro caso rondará los 27 euros por cabeza. Somos 4 comensales. El precio bailará dependiendo de la cantidad de chuletas que estemos dispuestos a compartir. El txotx está incluido en el precio final y, aunque el espacio es pequeño y recogido, al fondo del bonito comedor hay tres barricas de madera de las cuales dos están operativas. ¡Txooootx!
Las paredes blancas, la madera y la piedra nos recuerdan que no estamos ante una fotocopia de las esencias gastronómicas vascas. Al Donosti le avalan más de 30 años de historia. Las imágenes relacionadas con el ciclismo son un guiño a la época en la que Joaquín San Sebastián era ciclista aficionado. Negocio de carácter familiar, su hijo es ahora quien lleva la parrilla. Curiosidad: será como consecuencia del reciente fallecimiento de Paco de Lucía, pero de fondo suenan sus canciones y se crea una curiosa atmósfera. el duende del flamenco adentrándose en las entrañas vascas. Después de todo, el argumento de la película «8 apellidos vascos» no nos queda tan lejos.
Y entrados en ambiente, vayamos a analizar y puntuar los tres platos principales. La sidra de las dos kupelas, por cierto, está bien rica y una tiene más «bizitasuna» que la otra.
Tortilla de Bacalao
Jugosísima y poco hecha, como mandan los cánones. Su forma abombada le confiere una imagen casera y estéticamente irreprochable. El perejil adorna la tortilla como si fueran motas verdes. Muy sabrosa. 9
Bacalao frito con pimientos
El bonito juego de colores entra por los ojos. Los lomos de bacalao de deshacen en la boca y tienen el punto de sal idóneo. El abundante ajo junto con el pimiento verde y la cebolla frita rematan el plato. 8,5
Chuleta
Elegimos una chuleta de lomo bajo, normalmente más tierna y sabrosa que el lomo alto. Quizás esperábamos una pieza de mayor tamaño y con algo más de punch, pero está bien (poco) hecha y la brasa de la parrilla surte un efecto embriagador en nuestros paladares. No es fácil dar con una chuleta 100% ganadora. El resultado, en todo caso, es más que satisfactorio. 7
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