En la segunda parte de la entrevista con Josu Bukowski se dejan de lado aspectos más concretos (el nuevo rumbo del bar) y espinosos (líos burocráticas, multas y la esquizofrenia normativa) de la primera mitad, y se adentra en nuevos horizontes. En primer lugar, ampliamos la mirada a Egia, un barrio que está en plena transformación -sobre todo en su zona baja- con la irrupción de Tabakalera, la estación de autobuses y, desde hace dos años, el Dababada, entre otros hitos recientes. Llevamos más de media hora de conversación. Josu ya ha bebido su café. Habla de carrerilla y en un tono informal. Pisa firme sobre un suelo resbaladizo. Se moja. No es lo habitual: cuando hablas con un gestor cultural en un año tan señalado como éste se suelen medir mucho las palabras.
He apurado el mosto. Se han terminado las aceitunas. Picachu ha salido a la calle a pegar carteles. Y ya metidos en harina, también salen a relucir asuntos como Donostia 2016, Tabakalera el overbooking de conciertos y la falta de relevo generacional.
¿Egia ha cambiado más en 2 años que en todo el tiempo que llevas tú con el Bukowski (19 años)?
El barrio ha tenido mucha más vida y mucha más ebullición en el pasado que ahora. Muchísima más. Tabakalera, Dabadaba, la estación de autobuses… Todo eso es positivo pero no podemos decir que Egia, a día de hoy, sea un hervidero, es mentira. No está aislada de un contexto en el que la vida social y la vida nocturna han bajado un montón. Que la gente joven no tiene pasta es un hecho. Que los jóvenes que antes andábamos por la calle tomando zuritos o vinos en los bares y que los de ahora van a casa y se meten en el Facebook o, como mucho, alquilan un local con birras baratas y juegan a la Play Station también. En nuestros tiempos el bar era el lugar para socializarse.
¿Cuántos años tienes?
Tengo 47 años. Antes Ir al bar era ir a un sitio donde estaban “estos”, que era un concepto un poco amplio, donde te encontrabas a amigos y conocidos para socializarte después de currar. Sabías que iban a estar allí, donde fuese, en el Alboka, el Rekalde o un bar de Herrera. No te ibas directo a casa. Las redes sociales, Internet, han cambiado mucho la manera de socializarse. Ahora te puedes planear la semana desde casa: el domingo voy al mercadillo del Dabadaba, el martes a ver una expo, el miércoles a un bolo… Ya no se deambula por la calle a ver lo que pasa. Vas a tiro fijo. Todo se planifica más.
Decías antes que la aportación de Dabadaba y Tabakalera a Egia es un factor positivo
La irrupción del Dabadaba y ahora de Tabakalera sólo puede ser buena. Hay más oferta y más calidad y más opciones para elegir. Lo que pasa que la cosa está muy jodida. La crisis está siendo muy larga, llevamos ya 9 años…
(Interrumpo) Es una crisis permamente, esto no es pasajero
Cuando una crisis es corta y la gente anda sin un chavo durante seis meses o un año, después vuelve a recuperar los hábitos anteriores, invita a una ronda a los amigos en el bar, etc. Pero cuando la crisis es tan larga como la actual, la gente cambia de hábitos y es capaz de adaptarse a la nueva situación, Darwinismo puro. Además, no es imprescindible andar de bares para ser feliz. Pero a mí me encantan los bares.
¿Estás siguiendo la programación de 2016? ¿Qué te sugiere?
Es una apuesta política, por lo tanto, que no te quepa ninguna duda que en 2017 sacarán un informe sobre todos los beneficios que ha aportado la Capitalidad a la ciudad y ahí saldrán un montón de factores, dinero que ha generado, miles de visitantes, etc… Lo primero que me sugiere es que se magnifica; no digo ya el impacto económico, eso lo doy por descontado, sino la repercusión exterior del rollo. ¿Sabe alguien qué ciudades nos precedieron? ¿Cuáles nos sucederán? Pues eso.
Por otra parte, me indigna que cuando los políticos quieren sacar sus proyectos adelante, todo vale. Entonces pasamos de ser quinquis a ser «agentes», «voluntarios» y todo tipo de eufemismos. El caso de Olatu-Talka es flagrante, donde se presume sin rubor de hacer cientos de conciertos en un fin de semana, en todo tipo de lugares, porque interesa. Pero el resto del año, ni se te ocurra… Pero 2016 pasa, y pasa muy rápido.
Tabakalera no tiene fecha de caducidad. En 2017 seguirá ahí…
Si. Tabakalera es un asunto muy diferente. Cuando en su momento se anunció que semejante solar y edificio pasaban a titularidad del Ayuntamiento, y por tanto de los donostiarras, se abrieron muchas posibilidades. Creo que en aquel momento ningún responsable político se hubiese atrevido a anunciar que en el futuro casi medio edificio se entregaría a un banco (se refiere al gran espacio que ocupa la fundación de la Kutxa, Kutxakultur), ni el resto de la historia que ya conocemos. Sencillamente, no nos lo hubiésemos creído. A mí me da mucha pena.
Pero eso no es responsabilidad de los gestores actuales del centro, a los que pienso que hay que dar confianza y tiempo. Creo que es muy pronto para valorar lo que puede suponer Tabakalera para Donostia. Tanto en el mejor como en el peor de los casos.
¿Crees que este año hay más conciertos que nunca en Donostia?
Desde luego, hay más conciertos que público. La gente joven, menos en el hip hop, no tiene gran interés en conciertos de salas. ¿Cuánta gente joven ves en los conciertos?
Los de Luma, los chavales de Albert Cavalier, poco más…
De hecho, Xabi Luma venía hace años a ver conciertos y decíamos, mira que chavalín más majo. Era un bicho raro. Hace 20 años venía gente de 18, que es la misma gente que viene ahora y tienen casi 40 años.
Eso sí es un problema gordo: el relevo generacional
Igual también se le ha quitado valor al concierto. Devalúas el producto. Es bueno que haya mogollón pero los amantes de la música en vivo en esta ciudad somos muy poquitos, tú lo sabes que vas a conciertos.
Fíjate, hace tiempo que no vengo a ver un concierto al Bukowski. No llego a todo, tengo que elegir
Yo he bajado mucho el pistón. No he bajado a la calle para pegar carteles y decirlo pero es evidente. Ahora está el Dabadaba, que nos ha permitido descargar la oferta, pero hasta que llegaron ellos éramos prácticamente la única sala que programaba regularmente conciertos. En el país de los ciegos el tuerto es el rey.
Antes o ibas a Bukowski o a Mogambo, básicamente
Programábamos conciertos los miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Aquí han montado bolos Ayo Silver!, Men of Rock, Ginmusica, Red Ribbon, todo el planeta Buenawista… El overbooking de bolos era terrible. Cuando haces cuatro bolos a la semana no puedes estar orgulloso de todo ni mimar cada producción y cada cosa que haces. Es imposible. No controlas todo ni puedes estar encima. Y eso al final se nota. Antes me preguntaban, ¿qué hay esta semana? Y les decía, mira, no sé, está en la web. Me satura a mí y satura a la gente.
¿Cuál es entonces el punto medio para que no acabemos saturados?
Nos guste más o menos, estamos en una economía de mercado y éste está siendo un sector intervenido. Se están haciendo muchos conciertos con dinero público y en salas publicas a los que asiste poquísima gente. No creo que sea bueno. Pero tienen que dar sentido a esas salas también… No es fácil.
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