La artista donostiarra Maider López vuelve a casa. Y lo hace por la puerta grande, con una amplia exposición que recopila en un mismo espacio los trabajos que ha presentado por todo el mundo los últimos 10 años. «Tokialdatu/Desplazamiento», que se podrá ver en la sala de exposiciones del Koldo Mitxelena hasta el próximo 6 de febrero, le da una vuelta de tuerca tanto al espacio urbano como al paisaje natural tal y como lo conocemos hoy en día. Una muestra sorprendente que plantea otros modos de observar y repensar nuestro entorno. Y que necesariamente requiere de la colaboración cómplice del visitante.
Para alguien que ha presentado sus trabajos por todo el mundo (Londres, Shangai, Nueva Zelanda, Emiratos Árabes…) debe ser alentador exponer en casa una selección de sus proyectos más representativos
El hecho de que sea en casa y en una sala que conozco desde mis inicios (la sala de exposiciones del Koldo Mitxelena) es algo que puede funcionar y que me funciona dentro de la globalidad de mi trabajo.
Desplazamiento / Tokialdatu del Koldo Mitxelena recoge 10 años de trabajo. ¿Está pensado para marcar el fin de un ciclo y empezar así con algo nuevo o simplemente es una forma de recopilar tu obra y acercarlo al público de una tacada?
A la hora de poner en marcha este proyecto para mí era importante poner en relación unos trabajos con otros, generando así un diálogo entre proyectos y épocas distintas. Hay que tener en cuenta que a la hora de pensar en este proyecto tenía la necesidad de mostrar cómo es la globalidad de mi trabajo. Son producciones a los que dedico mucho tiempo, que me pueden llevar a viajar, por ejemplo, a Shangai y quedarme allí un año desarrollando una obra.
Parece que está especialmente indicada para agradar al observador curioso. Muchas de tus instalaciones necesitan una segunda y tercera mirada para captar todo su significado.
Efectivamente. En mi trabajo es fundamental la participación activa del espectador y eso se ve claramente en intervenciones en la que sin el público la pieza no existe. Luego hay otros casos en los que el público activa y completa la pieza creando nuevos recorridos y dificultades.
Retuerces el espacio público, alteras sus hábitos y generas nuevas reglas y lógicas. Visto así, tu concepto del arte no está demasiado alejado del juego o de un concepto lúdico del arte.
Con la transformación de un acto cotidiano pretendo crear nuevas posibilidades. Esto se puede ver en la propia obra de «Desplazamiento» donde con la colocación de un objeto en la sala se altera el espacio, algo que también ocurre en el Polder, donde con las trabas que la naturaleza pone en el terreno de juego surge un nuevo tipo de juego.
¿Cómo es un partido de fútbol en un polder? A juzgar por las imágenes, jugar en esos terrenos ganados al mar parece más divertido y libre que el fútbol tradicional
A partir de una serie de modificaciones geográficas -como las interferencias del agua en el campo- se instauran nuevas reglas. Hay muchas dificultades más que en un partido de fútbol tradicional y, sí, surgen nuevas posibilidades. Se producen cambios de roles muy interesantes. Puede haber dos oponentes que se ponen a charlar y cuando el balón vuelve a su zona pasan a ser jugadores oponentes.
En la muestra hay un boceto de la pieza «Iturriak/fuentes», una instalación que se mostrará en los jardines de Ondarreta a partir de enero dentro de la programación de Donostia 2016. ¿Cómo se va a desarrollar?
En la sala muestro parte del proceso. El proyecto consiste en instalar en una misma plaza 13 fuentes retiradas de la ciudad en los últimos 25 años con información de año y causa de la retirada, así como el lugar del que se retiró. Es un proyecto que juega con la memoria individual y colectiva. Estas fuentes han sido parte del espacio público y volverán a estar en uso.
¿Cuál es tu concepto de espacio público? Últimamente la tendencia es la de la privatización, como ocurre con las terrazas de bares y restaurantes, chiringuitos de playa, por ejemplo…
Creo en un espacio público en el que las personas tienen la capacidad de generar ese espacio público.
En una de tus instalaciones pareces denunciar la omnipresencia de la publicidad en el espacio público, la brandificación de Francesc Muñoz, en este caso en las calles de Shangai. ¿Cómo llevaste a cabo esa idea?
Hay elementos que hemos aprendido a no mirar. Mediante una coreografía de personas encargadas de mover paneles naranjas hicimos desaparecer toda la publicidad que se ve en los edificios de Shangai desde un único punto de vista. Es una instalación temporal que propone un juego de perspectiva y de escala.
En Making Ways, que lo presentaste en la Bienal de Arte de Estambul de 2013, muestras cómo el diseño urbano marca y define nuestros movimientos… y rompes con esta idea.
En este caso, el trazado urbano de la ciudad no funciona y no tiene sentido. No corresponde a la realidad; hay un paso de cebra que da a una barandilla. Así que los peatones han ido generando nuevos caminos y trazados cruzando la carretera por donde pueden o mejores les conviene. Todo lo que hago es observar desde 10 cámaras diferente de qué manera cruzan la carretera los transeúntes de Estambul y, a partir de ahí, creo un manual de instrucciones de cómo cruzar la carretera.
¿Cuál era el objetivo que buscabas colocando 365 sillas en la plaza de las Descalzas y la plaza de la Villa de Madrid?
El diseño de la ciudad suele marcar nuestros movimientos, nos condiciona. Las aceras, por ejemplo, sirven para que los ciudadanos caminemos por la calle. Y lo que aquí propongo es lo contrario: que el uso que le damos al espacio y las relaciones que se crean a partir de nuestros movimientos marquen el diseño del espacio. Que cada cual lo use como quiera. Así, pueden llegar 20 personas y formar un círculo con las sillas. Es el uso del espacio el que define el espacio y no al revés.
¿Es un atasco en un monte perdido una quimera o algún día llegaremos a ver algo así? En Ataskoa es como si el campo acabase sucumbiendo a la devastadora fuerza de la ciudad.
En este caso pretendo crear una imagen imposible y de contraste a partir de la convocatoria pública para realizar un atasco en el monte. Se generó una comunidad temporal de personas.
1 Comentario
¿Artista?… en fin.