Faltan todavía cinco meses para la celebración de la próxima edición del festival Olatu Talka, que tendrá lugar los días 29, 30 y 31 de mayo, pero sus organizadores ya se han puesto las pilas. Nagore Irastorza (cultura), Estibaliz Parada (comunicación) y Edorta Subijana (proyectos) se encuentran reunidos en la oficina del festival, ubicada en la primera planta de la casa de cultura de Okendo, en Gros. El espacio, sin ventanas, era un antiguo almacen y tiene toda la pinta de una start-up, como si estuviera de paso y le hubieran puesto fecha de caducidad.
Parece que lo han montado a salto de mata, como buenamente han podido. Edorta ha aportado una mano de pintura y algunos de sus conocidos fotomontajes de Donostia cuelgan de las paredes. Hay dos ordenadores y una mesa a la que se accede dando toda una vuelta. Es donde están reunidos. «¿Y si ponemos esto en marcha?», se pregunta Edorta señalando el montaje de los bajos de la Concha que albergan un mercadillo. Los tres forman un equipo que se ha configurado entre los meses de diciembre y enero. Están empezando, pero se percibe buena sintonía.
El punto en el que se encuentran es el siguiente: están valorando las propuestas que les envian los ciudadanos para poder incluirlas en la programación. El plazo para la recepción de propuestas finaliza el próximo 19 de febrero. Y a partir de ahí empieza la contrarreloj. Resulta sencillo presentar una: basta con rellenar un formulario en la web de Olatu Talka anotando una breve descripción, necesidades, lugar, horario, participantes… De todos los proyectos que reciben hacen una selección en función de su idoneidad y viabilidad y, además, aportan nuevas ideas que pueden acabar enriqueciendo el resultado final.
«Queremos motivar a la gente. Esto funciona si la gente se ilusiona y se lo cree. Que nadie lo vea como un esfuerzo que tiene que hacer para la ciudad, un sacrificio. Si eres un músico que disfruta tocando y compartiendo tus canciones disfrutarás en Olatu Talka. No es el sitio para que un profesional cobre por sus servicios; sino para que un ciudadano pueda sacar adelante su proyecto», explica Edorta.
Estamos ante un festival de espíritu amateur en el que los participantes no cobran, pero que no cierra sus puertas a que artistas consagrados puedan participar, como fue el caso del músico de Bera Joseba Irazoki en la edición del año pasado. «Lo amateur se asocia a un bajo nivel cualitativo y queremos romper con eso. La gente que participa en Olatu Talka lo hace de manera especial, más altruista, por amor a la cultura y las ganas que tiene de expresar sus cualidades y compartirlo con los demás».
El reto al que se enfrentan es notable, empezando por el recuerdo del buen sabor de boca que dejó la edición pasada. Hubo 250 actividades esparcidas por distintos puntos de la ciudad y alrededores divididas en seis bloques temáticos: música en directo (Talkalive); gastronomía y diversidad (Sukaldanitzak); nuevas tecnologías (Hackathon); urbanismo (Haurbanistak); Infusiones, es decir, colaboraciones entre profesionales y amateurs; y movilidad (Ziklobia).
Este año es el año de la transición institucional. Olatu Talka ha sido una de las banderas de 2016 desde la primera edición en 2010 y por primera vez Donostia Kultura, dependiente del ayuntamiento de San Sebastián, será la encargada de llevar las riendas del festival. El plan es que se asiente en la ciudad y vuele solo ya sin el paraguas de 2016. Las casas de cultura van a cobrar mayor protagonismo, al igual que todos los barrios de la ciudad; no sólo el Centro va a concentrar el meollo.
«Nuestra intención es integrar a la ciudadanía y a todos los agentes en este proceso», subraya Edorta. «Nos parece muy importante que de Olatu Talka haya un aprendizaje y estamos impulsando actividades para ello. Creemos que la propia producción del festival puede (y debería) basarse en un modelo de participación ciudadana y formar parte del CONTENIDO del festival».
Pone como ejemplo la socorrida carpa blanca que se utiliza en todos los eventos. Y le da la vuelta a un concepto que de tanto verlo nos ha parecido inamovible. «¿Necesitamos 6 carpas de 4x4m o un lugar resguardado para 6 puestos de venta? ¿Existe en la ciudad un lugar que nos proporcione esas condiciones? Son la preguntas con las que trabajamos en la oficina para ubicar las diferentes propuestas en las calles de Donostia. Pero aún podríamos ir más allá: si reservamos el dinero que costaría alquilar las mencionadas carpas y lo invertimos en materiales o talleres de construcción de estructuras ligeras, por ejemplo, podremos hacer que la ciudadanía participe en la construcción de sus propios espacios«.
El gasto final puede haberse incrementado, reconoce Edorta, «pero habremos construido algo mucho más duradero que una carpa de alquiler». La misma filosofía subyace en el ámbito de la comunicación: Olatu Talka es partidaria de revisar la metodología tradicional de insertar anuncios de publicidad y apuesta por generar contenido para luego compartirlo a través de redes sociales. «El boca a boca o tweet a tweet o lo que sea aquello que toca ahora, funciona. Pero sólo cuando hay algo interesante que contar».
Se miran en el espejo del Campo de Cebada en Madrid, la iniciativa Berreibar en Eibar o incluso pequeños proyectos como el Txiringailu de Egia. La etapa previa de Olatu Talka ya está en marcha. El kilómetro cero. Y tiene buena pinta.
3 Comentarios
Muy importante lo que apuntas, Daniel. Creo que da para un debate interesante. El peligro de «desprofesionalización» o «amateurización» (no en el sentido literal) de las personas es una sombra que planea sobre el festival y es un tema que tenemos que tratar con mucho cuidado.
No nos enorgullecemos de no pagar el trabajo. Precisamente por eso me gustaría insistir en un punto que, a lo mejor, no queda claro en la entrevista. Las personas que participan en Olatu Talka no trabajan para Olatu Talka. Es (o debería ser) al contrario. Las personas que trabajamos para Olatu Talka somos las que lo hacemos a cambio de un sueldo que, además, se paga con dinero público. Trabajamos para que la ciudadanía pueda disfrutar de un fin
de semana de actividades, sí, pero sobre todo trabajamos para aquellos agentes que proponen proyectos, que quieren mostrar su trabajo, compartir una experiencia, tocar su música… Esas personas no son un medio, son nuestros «clientes».
Así que que parte de nuestra labor es la de cuidar a los agentes, poner en valor su obra, velar para que puedan llevar a cabo su proyecto de la mejor manera que los recursos de los que disponemos permitan y dar visibilidad a su propuesta. Desprofesionalizar no es precisamente poner en valor el trabajo de una persona. Si la lectura que se hace de Olatu Talka es que se puede hacer un festival «grande» con menos dinero UTILIZANDO agentes «amateur», habremos fracasado estrepitosamente.Es muy necesario crear espacios en los que músicos, actores, y demás agentes culturales puedan desarrollar una labor profesional remunerada. Pero Olatu Talka NO es uno de esos espacios. Y TAMPOCO ES UN SUSTITUTO. Tal vez por eso insisto en que para que todo ésto sea sostenible es necesario que los agentes no lo vean como un sacrificio, sino como una oportunidad de la que beneficiarse.
En cuanto a lo de DSS2016 me gustaría aclarar que, a pesar del volumen inabarcable de trabajo al que se enfrentan éste año y el próximo, están dedicando un esfuerzo enorme a Olatu Talka. Nada más lejos de «lavarse las manos». Sin su apoyo, ésto en lo que estamos sería imposible.
Un par de puntualizaciones: Amateur es una palabra francesa que literalmente significa amante, ojo con desprofesionalizar y enorgullecerse de no pagar el trabajo, que sí es profesional, de las personas y agentes. Por cierto, minimizar el carácter de publirreportaje del artículo le daría algo de credibilidad, si acaso DSS2016, se ha lavado las manos este año con lo único que había conseguido hacer bien.
Ok a lo primero. Lo segundo, te equivocas: el post no obedece a ningún tipo de intercambio publicitario.