Coro Odriozola es la gerente de SADE, la empresa propietaria de los cines Trueba, Príncipe y Antiguo Berri. En los últimos cinco años ha abordado grandes desafíos -la reconversión digital y la remodelación del Trueba en 2011, entre otros-, pero es quizás en este 2016 donde tiene que redoblar esfuerzos y aguzar el ingenio. Por un lado, la irrupción de Tabakalera y el ensachamiento de la oferta cultural ha comido terreno a parte de la taquilla y ha provocado que se achique el espacio del cine alternativo. «Estamos tan sobresaturados de actos culturales que el público se diversifica y lo estamos notando», afirma. Esto ha llevado a algunos cambios programáticos que han alterado el corpus de los cines Trueba, donde por primera vez se están proyectando pases doblados junto con la versión original. Por otro lado, hay que sumar el imparable auge del formato digital. Y, por supuesto, la eterna asignatura pendiente: cómo meter al público joven en una sala de cine. Casi nada.
Hace exactamente un año decías en esta misma web que la oferta de cine de San Sebastián era un «lujo» que «muchas ciudades quisieran». ¿Lo sigues manteniendo?
Sí, y no hay más que ver la oferta de otras ciudades, algunas más grandes y cercanas, como Bilbao. La variedad de las propuestas que hay en Donostia es muy amplia y va creciendo poco a poco. Pero el hecho diferenciador que tenemos en esta ciudad es que el público responde ante esa oferta y por eso es de agradecer. En otras ciudades aunque intentan hacer programaciones alternativas o programar cine comercial en versión original, estos proyectos fracasan porque no hay un público cinéfilo que pueda sustentarlas. En SADE tratamos de abarcar con nuestra programación desde el cine más comercial hasta un cine más de autor o películas que reflejen diferentes realidades sociales e intentando llegar a todo el público.
También decías que a nivel de público estamos «peor» que hace diez años…
La bajada de afluencia se debe a muchos factores. En los últimos diez años (de 2004 al 2014) el descenso ha sido de un 39%. Se han dejado de vender 56 millones de entradas vendidas -o espectadores que han dejado de ir al cine- en un año en todo el territorio nacional. ¡A mi personalmente me da escalofríos esa cifra!
¿A qué achacarías la bajada de afluencia? ¿A la irrupción de las nuevas tecnologías? ¿A que el público que consume cine se nos ha hecho mayor y los jóvenes le han dado la espalda?
Esta falta de afluencia se produce sobre todo en un rango de edad adolescente y post adolescente que son los que más consumen las nuevas tecnologías, su ocio se ha diversificado más y son los que más películas piratean para verlas en cualquier dispositivo. Y este es el reto de cualquier persona que trabaja en el sector: atraer a estos jóvenes porque son la clientela potencial del futuro. Si ellos dejan de acudir a las salas como hábito, el cine en pantalla grande dejará de tener sentido en un futuro. De todas formas, la bajada por piratería no sólo hay que circunscribirla a los jóvenes, hoy en día mucha gente adulta piratea cultura en todos los formatos y eso es una realidad.
¿Por qué crees que la gente piratea?
Siempre que se habla de piratería se hace referencia al “alto precio” de las entradas. Pero además de que en Donostia el precio medio por entrada está muy por debajo de la media nacional, existen muchas promociones que facilitan el acercamiento de los espectadores a las salas como son “Los miércoles al cine”, diferentes packs promocionales, sesiones nocturnas más baratas, descuentos para jóvenes, jubilados… que hacen que el precio medio haya ido bajando poco a poco a pesar de que SADE no subió el precio de las entradas cuando se incrementó el IVA cultural. Aun así, evidentemente, comparado con el “precio cero”, por mucho que se hagan promociones, el cine siempre será más caro. Pero esa es una discusión que la podríamos dejar para otro debate porque da para mucho….
¿Hay sobreabundancia cultural en Donostia? ¿Estamos saturados?
Sí. La piratería no es la única causa. Otro factor importante que está ocurriendo y que en este 2016 se ha agudizado en Donostia es que está habiendo un aumento importante de eventos culturales y esto está influyendo mucho en los hábitos de consumo cultural. Estamos tan sobresaturados de actos culturales que el público se diversifica y esto sí lo estamos notando en determinada oferta cinematográfica.
¿Existe una colaboración entre programadores para que no os acabéis pisando los unos a los otros? Hace unas semanas la sala Bukowski y Dabadaba decidieron no solaparse y sacaron un bono para que el público pudiera ir a los dos conciertos.
Sí, en cierta medida tratamos de informarnos unos a otros de nuestros proyectos de programación. El ejemplo que mencionas de las salas de conciertos es estupendo. Al fin y al cabo no se trata de hacernos competencia sino de alimentar una cultura local de asistir al cine. Todos los festivales locales y la oferta de programación pública fomenta el interés del público. De hecho, nuestra colaboración con (el cineclub) Kresala es tal que incluso proyectan en una sala de nuestros cines y todas las semanas adaptamos nuestra programación a su proyección. Sin embargo, como te he dicho antes, si hemos notado la sobresaturación de cierto tipo de cine.
¿Tabakalera ha removido el panorama, ¿no? Ha ensanchado la oferta pero también ha podido contribuir a silenciar otras iniciativas como la de Los jueves del Trueba.
Para nosotros la iniciativa de Los jueves del Trueba fue una experiencia muy bonita y enriquecedora y nos hubiera gustado poder seguir, pero entendimos que era difícil competir con ellos, que su espacio era más adecuado e incluso más atractivo para los invitados. Otro factor importante es que no podíamos competir con el precio de las entradas. Los jueves del Trueba fue una apuesta fuerte y la mayoría de las veces no nos compensaba económicamente, pero nos enriquecía la experiencia cultural. Comprendimos que nos debíamos retirar y dejar ese espacio a otros operadores. De hecho Kresala está cumpliendo también parte de esta iniciativa en estos momentos y estamos muy contentos que por lo menos se haga en el Trueba, aunque no seamos nosotros los programadores.
¿Habéis propuesto otras alternativas en vuestra programación?
Ahora mismo los jueves en el Trueba lo estamos dedicando a las proyecciones de “Las exposiciones en Pantalla”, algo que ha resultado novedoso y sido un éxito inesperado. Estamos trabajando en otras alternativas que puedan ser también enriquecedoras, diferentes a lo que ya existe y que resulten atractivas para el público. Por ejemplo, estamos en conversaciones para la proyección de una temporada de Teatro Clásico de Shakespeare en versión original desde Stratford en Canadá.
¿Qué ha pasado con el vuelco de las proyecciones en versión original? Por un lado, en los Trueba se están dando pases doblados y, por otro lado, en los cines Príncipe la última sesión de los jueves es en VO.
Es una realidad que el número de espectadores que prefiere la versión original subtitulada es mucho menor que los que eligen la versión doblada. Es una costumbre muy arraigada aún y difícilmente va a cambiar pronto. En SADE hemos apostado desde siempre por la proyección en versión original y no queremos cambiar. Hay que recordar que el Trueba desde su creación como multisala en 1992 ha proyectado siempre en versión original. Pero este año 2016 está siendo muy complicado. Hemos notado un descenso importante de espectadores en el Trueba, por eso estamos intentando buscar fórmulas diferentes en los tres cines (Trueba, Príncipe y Antiguo) que programamos. Estamos, por así decirlo, en periodo de pruebas y buscando alternativas que no tienen por qué ser definitivas o incluso pueden ser provisionales hasta que pase este año.
De todas formas, quisiera recalcar que nunca ha habido tanta versión original como ahora en nuestras salas, ya que además de las sesiones mayoritarias del Trueba que siguen siendo así (solo en primera sesión está la sesión doblada y no todas las películas), por primera vez todos los estrenos del Príncipe se pueden ver en versión original los jueves a la última sesión, películas más comerciales que antes era impensables que estuvieran en sus idiomas de origen.
Es una ciudad curiosa, esquizofrénica. En los festivales se llenan los pases en versión original, pero el resto del año acude en masa a los pases doblados.
El efecto festival es muy curioso. Todo el público sabe que las películas son en VOSE y no hay otra opción. Decir que has estado en una sesión del Festival es algo casi obligatorio para un donostiarra, por lo que la versión no importa. Nos llama mucho la atención que, por ejemplo, películas de la sección Made in Spain que han tenido pases comerciales en nuestros cines y a los que apenas han asistido unos pocos espectadores, pasan luego por el festival y llenan sesiones. Es algo que es incomprensible: ¿antes no interesaban y ahora sí porque están en el Festival? ¿O quizá es porque no quedan entradas para otras películas? También sucede que películas que llenan sesiones en el Festival y que se agotan las entradas en el primer domingo de venta anticipada, las estrenamos comercialmente y van poquísimas personas a verlas.
Luego está el enorme peso cultural del doblaje en España. Eso no se cambia de la noche a la mañana.
La gente que va al cine se ha educado a ver el cine doblado, tanto en las propias salas de cine como en la televisión. Mucha gente no sabe idiomas como para poder seguir una película y te dicen: “Yo no voy al cine a leer, si leo me pierdo muchos detalles de la película”. Es una cuestión de lo que estamos acostumbrados. En otros países en los que no se doblan las películas es porque nadie concibe ver cine doblado. Es claramente una cuestión de educación.
El origen del doblaje era para proteger la identidad lingüística y para poder ejercer la censura en la época de Franco. Es por eso que los hábitos y educación de aquellos años nos arrastran a la actualidad sobre todo en un rango de edad adulta.
¿La «reeducación» en la versión original no es una batalla perdida de antemano?
Es una batalla muy complicada por no decir imposible. Desde las instituciones se habla de que ahora tenemos una juventud que sabe más idiomas y que hay una oportunidad para aprender a que vean las películas en VOSE, pero si esta juventud no acude a los cines y ve las películas en casa… ¿Quién es el que tiene que educar? ¿Se les puede educar?
1 Comentario
Hay que reconocer que en esta empresa tienen una enorme facilidad para tergiversar la realidad.
Lo cierto, Sra. Odriozola, es que los pases en VOS son menos que hace un año. Los del Príncipe, por ejemplo, accesibles solo para aquellos que se pueden permitir salir del cine más allá de la medianoche un jueves, que dudo sea la mayoría de la masa cinéfila de Donostia.
Y sobre la bajada de espectadores, deberían preguntarse, distribuidores y exhibidores, si consideran razonable esperar un año o más para ver determinadas películas, accesibles a través de medios legales o ilegales mucho antes. Los festivales siguen congregando tanta gente por ser eventos únicos, pero también por proyectar cine con muy poco retraso respecto de los estrenos en países de origen de las películas o de festivales más grandes.
Soy un gran defensor del cine en pantalla grande, aunque corre una fauna por determinados cines últimamente que a mí personalmente me están quitando la afición. Comentarios constantes, móviles con sus luces cegadoras… Todo influye en que algunos cada vez nos pensemos más ir a ciertas salas. En sus manos está corregir o sancionar comportamientos que no ayudan a que el cine lo sigamos viendo en la gran pantalla fuera de un festival.