UN AÑO DEL NUEVO STAAF

El Staaf volvió a abrir sus puertas el 18 de junio de 2014. Hace ya casi un año. Ese día se organizó una monumental fiesta de inauguración en la que se anunciaba a bombo y platillo la nueva etapa de un bar que muchos habíamos conocido por sus monólogos de dudosa gracia y noches de chunda-chunda. El nuevo Staaf, al que han añadido las palabras «food», «drink» y «music», es otro mundo. Un mundo mejor. No tiene nada que ver con lo que había antes.

Tampoco el Staaf, ubicado entre la calle María Dolores Aguirre y la plaza Irutxulo (Atotxa), es igual en septiembre de 2014 que en junio de 2015. Han variado la carta y acortado los horarios de la cocina. Han incluido nuevas actividades (los Txiki Sundays y el Pintxopoting de los viernes, éste para practicar tu inglés) y se han dejado en el camino otras cosas. Cierra un poco antes que al principio, aunque si quieres bailar hasta las 4 entre semana o 5 y media el fin de semana puedes hacerlo. El equipo se ha renovado y goza al fin de estabilidad. En definitiva, ha tenido que reinventarse sobre la marcha, sacudirse el polvo del prejuicio y adecuar la oferta a la demanda.

«No sé si ésta es la idea de bar que tenía o no…», duda Almudena Manso, su responsable, que a la hora de posar para la foto va directa al txoko infantil. «En un año he aprendido a quitarme prejuicios, que es muy interesante. Por ejemplo, me he dado cuenta de que las noches de salsa, que son los miércoles, tienen su punto. Los lleva Iñaki Salsabastián. Se lo curra mucho y la gente viene por él. Lo peta». De hecho, en el Staaf los miércoles son los nuevos lunes. Es el primer día de la semana que abren. El lunes y el martes cierran. Y cada día hay algo, una excusa para pasar por el Staaf y, como no para de repetir Almudena durante la conversación, «bailar y relacionarse». «El Staaf es para que la gente se atreva a probar cosas y se deje la vergüenza y sus prejuicios en casa». Aquí va un ejemplo muy claro sobre esto: la «Singles Masquerade Party» que ha organizado para el próximo sábado 11 de julio, una fiesta de solteros sin caspa.

Lo cierto es que no hay un bar igual que el Staaf en todo Donostia. Es único en su especie. Como lo son a su manera el Bukowski y el Dabadaba, los otros dos bares de Egia que han ayudado a revitalizar el grueso de la oferta de ocio del barrio conformando así un interesante triángulo. Se puede ir a comer el plato del día, unas bravas, un plato de pasta o un bocadillo a un precio asequible al Staaf, ver un concierto cool en el Dabadaba y tomarse luego un gintonic en el Bukowski. O si, surge, se pueden hacer las tres cosas en el Staaf: se montan conciertos diurnos y el brunch de los domingos va acompañado de un grupo en directo. «Mola ver conciertos de día, que no todo tiene que ser de noche«, subraya Almudena.  «Y mola que padres e hijos bailen, creen y jueguen juntos, que es para lo que están los Txiki Sundays».

«Quería proponer un espacio en el que hubiese todo tipo de gente y se crease un ambiente muy bonito y familiar; natural, sin poses y sin rollos. Que la gente viniese a bailar y pasárselo bien sin estar desfasando necesariamente», continúa Almudena. «Sé que suena a utopía, pero es algo que muchas noches lo he logrado». La quimera de divertirse sin agarrarse una buena castaña tiene su reflejo en las noches de música swing que organiza Ana Mínguez, profesora de Donosti lindy hop, todos los jueves. Es, probablemente, el plan estrella del Staaf.

¿Y  qué es lo mejor de haber puesto toda la carne en el asador durante un año? «Hay muchas cosas buenas. Mucha gente interesante que le encanta el bar y te ayuda. Me pongo a llorar con esto. O gente que te da las gracias porque de repente estaba aburrida en casa, ha venido a bailar y ha hecho una cuadrilla de amigos. Al fin y al cabo un bar no es más que eso: un sitio para conocer a gente».