OTROS BARES QUE MOLABAN Y ACABARON CERRANDO

La noticia del cierre por jubilación del mítico bar Narrika de la Parte Vieja se suma a una lista nada desdeñable de bares que han terminando cerrando sus puertas estos últimos años. Algunos de ellos nos gustaban mucho y los hemos recomendado expresamente, caso del bar Zamora de Ategorrieta o el Kalima de Reyes Católicos. Hay muchos más que han dejado de existir o que se han reconvertido en los últimos 2-3 años, pero a continuación reunimos un puñado de casos especialmente significativos:

Staaf

Apenas duró un año el proyecto capitaneado por Almudena Manso. Justo cuando estábamos celebrando su primer aniversario se vieron abocados a interrumpir la actividad debido, principalmente, al alto coste del alquiler. Del viejo Staaf con monólogos y música pachanguera al nuevo Staaf había un mundo: clases de swing, mucha música soul, restaurante, bar, pub, mercadillo… Ha dejado un hueco difícil de rellenar y también ayudó a revitalizar el barrio de Egia en el periodo pre-Tabakalera.

Foto: Marta Ennes

Kalima

Iñigo Agote había sido socio del bar Casa Pueblo del castizo barrio de las Letras de Madrid y quiso importar parte de su esencia -la calidez, el diseño de la barra y las cañas bien tiradas- a Donostia. En marzo de 2012 abrió el Kalima en la calle Larramendi de la zona de Reyes Católicos, en un momento en que la antigua zona de marcha estaba siendo sustituido por otros barrios emergentes como Gros. Cerró en diciembre del año pasado, pero enseguida se embarcó en otro proyecto, Cochinita Pibil, donde trabaja por las mañanas y sigue sirviendo buenísimas cañas. El bar Kalima reabrió más adelante con otros dueños.

Foto: Bixigarri

Eiger

Cuando el anterior dueño, Pinki, comunicó su intención de dejar el bar se abrió un cisma entre la fiel parroquia rockera del bar. ¿Qué va a pasar ahora con el Eiger? ¿Adónde vamos a ir los viernes y sábados por la noche? Al final, el cambio se convirtió en recambio y a mediados de 2012 el hondarribitarra Álvaro Fernández, que pinchaba en el Eiger con el seudónimo de Álvaro Oh, se animó a recoger el testigo. El resultado de estos tres años es que nada o casi nada ha cambiado. Álvaro lo ha decorado a su gusto incluyendo decenas de singles en las paredes y pintándolo de blanco. El rock and roll sigue campando a sus anchas. Y sus clientes tan contentos.

Zamora

Medio escondido entre el reloj de Ategorrieta y las faldas de Ulía, la terraza es la joya de la corona del bar Zamora. Marta Erro y su tío Juan Correa convirtieron este encantador txoko en un bar de barrio donde podías tomar algo, comer un bocadillo o picar alguna ración casera. Esta primavera Marta traspasó el negocio y cambio de aires completamente: el Zamora se ha convertido en una vinatería que también funciona como restaurante con otro tipo de público.