Podemos empezar la ruta desde Amara hacia las 10:30 horas. En la calle Illunbe 9, a un paso de Anoeta, se encuentra el Art Café del que ya hemos hablado (y alabado) por aquí. Con agradable música soul sonando de fondo tomaremos un café con leche y un pintxo de tortilla. Charlamos de música o de la Real con Íñigo e Igor, los dueños del establecimiento, y leemos el periódico tranquilamente. Con el estómago lleno y el chute de cafeína en el cuerpo subimos por la avenida de Madrid, concretamente por la acera de la izquierda, y pasaremos por el número 16, que corresponde a la tienda de electrodomésticos Calderón. Hasta hace unos cinco años la familia Calderón tuvo que cerrar el ya mítico videoclub del mismo nombre.
Y nos pondremos nostálgicos al recordar los tiempos en los que uno se dejaba recomendar por ésta o aquella película.
Seguimos subiendo hasta llegar al instituto Usandizaga. Si tenemos la suerte de pillar a los adolescentes en su tiempo de recreo (y no llueve) puede ser un buen momento para sentarnos y ejercer de curiosos observadores. «Así que ésta es la generación del futuro…». Atravesamos el hotel Amara plaza, al que seguimos sin cogerle el punto, y caminamos tranquilamente por la acera de la izquierda del Paseo Árbol de Gernika. Podemos hacer otra pequeña parada en el parque Araba o parque de los Tubos y, a continuación, continuar pegados a las románticas casas de la acera de la izquierda que hay quien dice que le recuerdan a San Francisco. Merece la pena cruzar el río, que no sólo del centro vive esta ciudad. Si tenemos suerte, en el túnel de Egia podemos dar con algún músico callejero del talento de Tristan Crowley.
Al otro lado, puede que nos de otro rebrote nostálgico al acordarnos de los tiempos de Atotxa, pero nuestro destino es el Parque de Cristina-Enea, que por una extraña razón sigue estando lejos en el imaginario donostiarra.
Gros es el barrio de moda. Dependiendo de nuestro estado físico y las ganas que tengamos de caminar, alcanzaremos nuestro siguiente destino deambulando antes por las cuestas de Egia, del que la cantante Eleanor Friedberger dijo que es especialmente «ruidoso». En caso contrario nada más fácil que caminar por Duque de Mandas hasta llegar a la galería Arteko (calle Iparraguirre, 4), donde siempre hay alguna exposición interesante. Más adelante entraremos a Metropolis Platz (calle Usandizaga 27), que además de ropa también exponen cuadros. El aperitivo lo tomamos en la Bodega donostiarra (calle Peña y Goñi, 13) uno de nuestros bares favoritos de la zona. Si tenemos hambre prueba la ensalada de tomate «del bueno» -así lo llaman- con bonito. Tan fresco como rico.
Inevitable el paseo por la playa de la Zurriola. Casi tanto como por La Concha. Hoy puede ser un buen día para caminar hasta la explanada de Sagües. Si el tiempo acompaña nos comeremos un bocata del bar Campero fuera, con la mirada puesta en los cubos del Kursaal.
Regresamos con calma al centro. El segundo café del día nos lo tomamos en un lugar tan acogedor como el bar Altxerri y como al mediodía las tiendas suelen estar cerradas, la FNAC siempre es un buen refugio para matar el tiempo curioseando entre sus estanterías. Tienen sino todos, muchos de los cómics del dibujante canadiense Guy Delisle, el de «Pyongiang». Nos llevaremos «Shenzen», que aunque está un escalón por debajo de aquel, mantiene su visión irónica y aguda.
Cerquita, en la calle Bergara 18, se encuentra la deliciosa tienda Valentina Home Decó, que le ha comido espacio a Eseri, reubicada en la planta baja. Y al lado, la felizmente inmortal Euskal bideo, que nos borrará el sabor amargo que nos ha dejado nuestro paso por Calderón.
Ahora se contemplan dos opciones: entrar a los cines Príncipe o Trueba y probar suerte con algunas de sus películas o (re)descubrir el Museo San Telmo. Ya por su maravilloso claustro y ese estrecho y magnético pasillo donde se dan cita Massiel y Kortatu merece la pena.
Al salir toca asomarse a la bahía de La Concha. Cae la tarde y junto con la mañana ésta es quizás la mejor hora para disfrutar de todo su esplendor. Ver pasar generaciones distintas de donostiarras y algún que otro turista hará que el tiempo se pase volando. El que tenga Instagram difícilmente resistirá la tentación de subir alguna foto al móvil. El marco incomparable también es inagotable. No cansa a la vista.
Los más animados recorrerán el paseo de cabo a rabo, Peine del Viento incluido. El resto se dirigirán directamente a la Parte Vieja, que de un tiempo a esta parte ha visto cómo se ha ido llenando de tiendas de ropa y nuevos negocios. Es sorprendente cómo cambia el paisaje de día y de noche. En el bar Paco Bueno (si es que está abierto) tomamos el primer zurito de la tarde-noche junto con unos fritos mientras observamos curiosas imágenes de boxeadores. Como estamos en plan turista nuestro siguiente destino será la mítica Mejillonera, (calle del Puerto, 15) un local que además resulta especialmente barato. Comeremos sus famosas raciones de mejillones picantes y los tigres, que están bien ricos.
Ya son las diez de la noche y el panorama cambia mucho de un día entre semana al fin de semana. Normalmente, para rematar el día suele ser buena opción ver algún concierto en el Bukowski de Egia. Si no, siempre puedes acabar tu jornada de turista en tu propia ciudad con un buen gintonic (entre 6 y 7 euros) en los soportales del bar Txurrut de la plaza de la Constitución.
2 Comentarios
me encanta tu ruta, Jon! El Calderón! que recuerdos! aunque yo aun tengo mi carnet de Euskal Bideo 🙂
¡Mil gracias! ¡Mola que te guste! 🙂